¿Cuál es la diferencia entre bioestimulantes y control biológico?

Las plantas están sujetas a dos tipos de estrés: biótico y abiótico. ¿De qué se trata? Es sencillo. Esto se refiere a los diferentes ataques que sufren las plantas, ya sea de organismos vivos para el estrés biótico o de factores ambientales para el estrés abiótico.

Para prevenir estos tipos de estrés, existen varias soluciones. Hablamos en particular de bioestimulantes y agentes de control biológico, que son productos distintos y que es importante diferenciar en la agricultura.

¿Qué es un producto de control biológico?

Primero, proporcionamos algunas aclaraciones sobre la definición de control biológico, para distinguir esta solución de los bioestimulantes.

En pocas palabras, los productos de control biológico se utilizan para reemplazar los productos químicos sintéticos y mitigar sus efectos negativos en el medio ambiente. Su misión principal es combatir el estrés biótico en las plantas, es decir, las agresiones causadas por bioagresores, como insectos, enfermedades, plantas parásitas, etc.

En otras palabras, el control biológico busca proteger las plantas mediante mecanismos naturales. Existen cuatro grandes categorías de agentes de biocontrol:

Microorganismos: hongos, bacterias, levaduras y virus utilizados para combatir plagas y enfermedades.
Macroorganismos: invertebrados diseñados para proteger los cultivos.
Mediadores químicos: feromonas utilizadas en el seguimiento de los vuelos de insectos plaga.
Sustancias naturales: pueden ser de origen vegetal, animal o incluso mineral.

Los productos de control biológico están calificados como productos fitosanitarios y deben cumplir ciertos estándares y regulaciones para poder usarse. Y con razón, están dirigidos a todo tipo de agricultura y su amplio uso requiere estar regido por ciertas leyes.

¿Qué diferencia a un producto de control biológico de un bioestimulante?

Es importante diferenciar los productos de control biológico de los bioestimulantes, que con demasiada frecuencia se confunden.

Diferencias en las regulaciones

Cuando hablamos de las diferencias entre bioestimulantes y agentes de control biológico, debemos destacar el aspecto legal, centrándonos aquí en el contexto francés y europeo.

Durante varios años en Francia, los bioestimulantes se regían por la norma NFU 42-001, que se refería al uso de fertilizantes debido a los nutrientes que contienen. Actualmente, algunas soluciones siguen la reglamentación de Preparaciones Naturales de Baja Preocupación (PNPP), compuestas principalmente por sustancias básicas y sustancias naturales utilizadas como bioestimulantes. En Europa, están clasificadas como Materiales Fertilizantes y Soportes de Cultivo (MFSC), lo que evita confusión con los agentes de control biológico.

En Francia, el control biológico está regulado desde 2014 según los artículos L.253-5 y L.253-7 del Código Rural y de Pesca Marítima. Datos nacionales, llamados Indicadores de Frecuencia de Tratamientos Fitosanitarios (IFT), rastrean el uso de agentes de control biológico en el país. A nivel de la Unión Europea, las regulaciones aún no hacen una distinción entre el control biológico y los métodos convencionales, pero se esperan cambios.

Diferencias en las utilidades

Mientras que el control biológico apunta a actuar contra el estrés biótico en las plantas, los bioestimulantes permiten combatir el estrés abiótico, es decir, las agresiones causadas por elementos no vivos. Esto incluye diferentes tipos de inclemencias, como las heladas, el calor extremo, los vientos fuertes, los rayos del sol, las sequías, etc.

El uso de bioestimulantes estimula los procesos naturales, aumentando la tolerancia de las plantas al estrés abiótico mencionado anteriormente.

Al mismo tiempo, los bioestimulantes también tienen la función de mejorar la absorción y utilización de nutrientes y aumentar el rendimiento de los cultivos.

¿Por qué usar bioestimulantes?

Aunque a menudo se confunden con agentes de control biológico, los bioestimulantes tienen un uso muy particular. Identificamos cinco áreas principales de acción, entre ellas:

Las partes foliares, donde los bioestimulantes favorecen un mayor crecimiento, mejoran la fotosíntesis, aumentan la tolerancia al estrés y aseguran un mejor uso del agua, el carbono y los nutrientes.
Las flores, al promover el brote y la floración más rápida.
El suelo, mejorando las propiedades fisicoquímicas, fomentando el desarrollo de microorganismos y aumentando la retención de agua y otros nutrientes.
Los frutos, mejorando su calidad y aumentando su tamaño.
Las raíces, promoviendo un enraizamiento profundo de las plantas.

Durante muchos años, se han utilizado fertilizantes, abonos y otros productos fitosanitarios para aumentar y proteger las cosechas. Sin embargo, la reciente conciencia ecológica ha llevado a los investigadores a buscar alternativas naturales a los productos fitosanitarios y fertilizantes que sean verdaderas soluciones complementarias y más respetuosas con el medio ambiente. Una alternativa que se destaca rápidamente debido a sus ventajas notables es el uso de bioestimulantes. Estos garantizan un mayor rendimiento y una mejor calidad en términos de producción.

Cuando hablamos de la utilización de bioestimulantes, cabe preguntarse si estos pueden sustituir definitivamente a los productos fitosanitarios y a los agentes de control biológico. La respuesta es no. Por otro lado, los bioestimulantes juegan un papel de apoyo, complementando la acción de estos últimos, siempre que se respeten las normativas vigentes sobre su uso.

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